TRABAJAR
Antes era distinto. Recuerdo una vez, en una fábrica en la que trabajé con treinta años, que el empresario no nos quería pagar. Lo hablamos en el comité de empresa, nos pusimos en huelga y le secuestramos allí mismo.
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¡Hasta que no nos pague no sale de aquí!
Llegó la policía a la fábrica.
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¡Señores!, ¿qué pasa aquí?
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¡Este señor no nos quiere pagar!
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¿Es verdad lo que dicen estos señores?
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¡No puedo pagarles! ¡No tengo dinero!
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Pues cierre la fábrica y vamos todos al paro pero cobrando. ¡Indemnización!
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Bueno, bueno, arréglense entre ustedes pero sin armar follón.
La policía tampoco tenía ganas de muchos líos. Al final nos despidió a los ocho o nueve que formábamos el comité de empresa. A las 7 entraba el turno de la mañana. Cuando llegaron a la fábrica ya se había corrido la voz de que nos habían despedido y decidieron que ninguno iba a entrar a trabajar hasta que nos readmitiesen. La fábrica parada toda la mañana. Cuando llegó el turno de la tarde lo mismo, readmisión o no entra nadie.
Llévabamos mucho tiempo de huelgas, reuniones, reivindicaciones. Cuando llegaba a casa tu madre me ponía verde. Decía que nos íbamos a morir de hambre, que nadie me iba a contratar más, que cómo íbamos a salir adelante, pagar la casa, comer…
Al final la empresa tuvo que readmitirnos.