PELEGRINO
Nos conocimos hace unos años, aunque ya no me recuerda. Para él no fue tanta la impresión de nuestro encuentro como para mí.
El contexto propiciaba que me sentara en un rincón y le observara, mientras escuchaba perpleja sus picardías, las que solía dedicar a las mujeres que paseaban por la calle, acompañadas del rasgar de su guitarra. En ese momento no pude evitar pensar en Sabina.
Tras la escucha vino el análisis. ¿Por qué vivir en la calle?, ¿puede ser una elección personal libre?, ¿qué hace la sociedad cuando alguien decide no seguir sus caminos prefijados de vida normalizada?, ¿debe asumir el coste de los servicios orientados a mejorar/asistir su situación?, ¿por qué tenemos sentimientos negativos cuando nos piden dinero por la calle?, ¿qué piensan ellos de los «normales»?, ¿qué necesitan?, ¿cuál es el sentido y los límites de la labor del educador que trabaja en el ámbito de la exclusión social?.
¿Qué historia hay detrás de cada persona que vive en la calle?.
Desde aquí, mucha suerte.
Como paño en oro 
«vida normalizada».. buff, da miedo oirlo. Me sugiere el precio que hay que pagar por poder despreocuparte de cómo conseguir comida todos los días. Aunque tampoco se está tan mal al calor de lo normal, para qué negarlo. El problema está en cuando se te olvida que lo normalizado exige un precio y no te das cuenta de que lo estás pagando.
Curioso vividor de la vida este Pelegrino. Es cierto, siempre queda la duda de qué fue primero: la voluntad de ser libre a toda costa o el encontrar al final la libertad en la exclusión.
Ante la duda… quedémonos con la libertad de la imaginación.
«Sí que tengo un deseo: subir en globo haciendo el amor, y no me importaría que explote ahí arriba.»
Genio y figura…